Política, liderazgo y comunicación en la Era Digital

La política es inseparable de la comunicación. Tradicionalmente han sido tres los actores que de manera legítima se comunican en público sobre la política: los políticos, mediante el aparato estatal y/o de los partidos políticos; los periodistas, a través de los medios de comunicación; y la opinión pública, desde los sondeos (Wolton, 1998). El espacio común dentro del cual esta triada intercambia discursos, la mayoría de las veces contradictorios y en constante tensión, se llama comunicación política.

En la actualidad, cada día aparecen más evidencias de que este modelo comunicativo de la política está siendo trastornado por nuevas tecnologías mediáticas, posibilitadas en su mayoría gracias a internet, como sitios web, blogs, redes sociales, televisión satelital, telefonía móvil inteligente y otras, todas con la característica común de romper con el patrón vertical y unidireccional que sirve de vértebra a la comunicación masiva. Se habla de ciberpolítica, e-gobierno, infogobierno, estado-red y sociedad-red (Castells, 2001), como subproductos resultantes de una inédita -e inacabada- reconfiguración del espacio público.

La era digital.

Para los milenialls es imposible imaginar un día sin sus celulares, tabletas, laptops o WIFI. Considerando que los celulares fueron lanzandos al público en 1983 y el acceso público a internet es posible desde agosto 1993, uno podría decir que este cambio ha ocurrido en un período de tiempo muy corto.

La firma de analistas Gartner predice que para el 2020 van a estar conectados más de 20 billones de dispositivos y McKensey Global Institute ha identificado 20 tecnologías emergentes que podrán cambiar el mundo que conocemos.

La mayoría de la tecnología está inventada a propósito, para satifascer una necesidad como por ejemplo lentes ópticos, bombillas, las herramientas durante la revolución industrial y hoy en día buscan motorizar los cambios que permiten el mayor aprovechamiento de la cantidad de información que está en la red. Sin embargo, hay tecnologías que fueron inventadas sin querer dar respuesta a una necesidad. Por ejemplo, los celulares nunca fueron requeridos para reproducir música o tomar fotos; estos equipos son capaces de realizar estas tareas solo porque las podían soportar. Los desarrollos en este momento se rigen por el concepto de que todo lo que pueda ser digitalizado lo será, sin importar la necesidad.

El resultado final es que estas nuevas tecnologías están en lo más alto de la sociedad de hoy en día. El presente y el futuro son y van a ser definidos por tecnologías como computadores en la nube, inteligencia artificial, el internet de las cosas y aprendizaje de las máquinas; y la racionalización de los procesos de negocio para lograr conectar todos los lugares del mundo. La tecnología va a evolucionar continuamente y cada dispositivo que usamos, será más inteligente cada día.

¿Y la comunicación?

Ahora bien, ¿las nuevas tecnologías refuerzan la comunicación? Desde que en la década de 1960 empezó a tener cabida el término “comunicación electrónica” y desde que la onda de lo “global”, como nuevo contexto para la acción humana, se coló tímidamente en las discusiones académicas, los pronósticos sobre los efectos de las nuevas tecnologías se han manifestado a través de dos visiones disímiles: una utópica y otra distópica. La primera está representada en el pensamiento del canadiense Marshall McLuhan (1911-1980), quien creyó en la abolición espaciotemporal gracias a la irrupción de los nuevos medios digitales y elucubró al mundo como un pequeño pueblo que, hiperconectado, regresaba a la era tribal. La segunda se expresa desde la refutación del estadounidense Lewis Mumford (1895-1990), quien avizoró que esa “aldea global” era una ilusión electrónica, una suerte de megamáquina del siglo XX que conduciría a consecuencias negativas e incontrolables para la sociedad.

Corren tiempos cruciales para los nuevos medios. Castells (2001) aplaude la relación directa de Internet con la actividad política organizada de partidos y gobiernos. La red podría ser un instrumento de participación ciudadana extraordinario, de información de la clase política, de los gobiernos y de los partidos hacia los ciudadanos en su conjunto y de relación interactiva. Pero, en la práctica, salvo algunas excepciones de democracia local, los gobiernos, las administraciones y los partidos han confundido Internet con un tablón de anuncios.

Todo cambió, nada será igual.

El impacto del COVID-19 sobre el mundo ha sido enorme, todo cambió, y seguramente nada será igual, por lo cual debemos tener la capacidad de adaptarnos a nuevas realidades que, además, seguirán cambiando dentro de un período de inestabilidad que a la fecha no sabemos cuánto más durará.

Hay algunos líderes que tratan de recoger las fichas para rearmar el tablero, pero este también se rompió, y estos lideres tratan de reparar el tablero para poder seguir usando las mismas fichas, sin darse cuenta que el tablero no tiene manera de repararse, que hay que reinventar un nuevo tablero, nuevas fichas y, sobre todo, nuevas reglas de juego para este cambio de época.

Las nuevas realidades nos llevarán a nuevas ideas, a nuevos relatos. Esas ideasdeberán traer consigo una carga de positivismo, de esperanza, que les permitan a los ciudadanos visualizar el futuro, por lo que los nuevos líderes deben ser capaces de ser visionarios, de mostrar no solo el camino sino el objetivo final.

Por Guido Mercado

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