Líneas de transmisión: el gran reto para llenar el mundo de renovables

De nada sirve aumentar la capacidad de generación de energía limpia si no existe una red eléctrica capaz de llevarla a donde esté la demanda en cada momento. Este es un enorme problema para EE. UU., cuya red se compone de tres sistemas desconectados y saturados, y carece de autoridad para abordar proyectos multiestatales.

Una red nacional de líneas eléctricas cortas y cables de alta tensión de larga distancia entregaría la energía eólica, solar e hidroeléctrica ahí donde se necesite, cuando esté disponible, por todo el país. Podría ayudar a proporcionar energía de respaldo fiable cuando las olas de calor o las tormentas de invierno provoquen escasez regional y cumplir con las crecientes demandas, ya que los hogares y las empresas dependen cada vez más de la electricidad para sus vehículos, sistemas de calefacción, etcétera. Se trata de una gran idea, pero tiene algunos defectos bastante serios. Para empezar, será enormemente cara. Un estudio dirigido por la Universidad de Princeton (EE. UU.) descubrió que el país necesitarían cerca de 300.000 millones de euros adicionales para desarrollar la capacidad de transmisión necesaria solo en los próximos nueve años. Eso sería bajo un escenario en el que la energía eólica y la solar proporcionarían la mitad de la electricidad del país hasta 2030, lo que pondría a la nación en camino de cero emisiones a mediados de siglo. Casi todo el mundo cree que el Gobierno federal tendrá que invertir mucho, mucho más que los 8.500 millones de euros asignados en la actual propuesta de ley, ya sea a través de adicionales créditos fiscales, fondos complementarios u otros medios. Pero queda por ver si el paquete final incluso llegará a esa cantidad. Los demócratas en la Cámara quieren retrasar el proyecto de ley hasta que se apruebe un presupuesto mucho mayor, y algunos republicanos seguramente se esforzarán por controlar el gasto y el aumento de los poderes federales autorizados en el nuevo plan de infraestructura.

Autor: James Temple MIT Technology Review

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