Ni optimistas, ni pesimistas, debemos ser tecnosolucionistas
Ni la humanidad está condenada sin remedio ni la tecnología es la panacea milagrosa contra todos nuestros males. Nos enfrentamos a problemas muy graves, pero la historia demuestra que, aunque debemos verlos de forma brutalmente honesta, también tenemos que confiar en la innovación.
Existe un debate entre especialistas de la economía que se dividen entre optimistas y pesimistas sobre el devenir de la economía y la sociedad mundial.
Resulta tentador elegir bando. Pero, aunque podría resultar racional ser optimista o pesimista en cualquier cuestión específica, estos términos son demasiado imprecisos para adoptarse como identidad intelectual general. Los que se identifican como optimistas podrían descartar demasiado rápido o minimizar los problemas de la tecnología, mientras que los autodenominados tecnopesimistas o escépticos del progreso pueden ser demasiado reacios a creer en las soluciones.
Mientras esperamos con ganas la recuperación pospandémica, volvemos a encontrarnos entre los optimistas, que destacan todas las enfermedades que pronto podrán ser vencidas con las nuevas vacunas, y los pesimistas, que advierten que la humanidad nunca ganará la carrera evolutiva contra los microbios. Pero se trata de una elección equivocada. La historia nos ofrece poderosos ejemplos de personas que fueron brutalmente honestas al identificar una crisis, pero igualmente activas en la búsqueda de soluciones.
Se ha demandado que el crecimiento no se fundamente en la expansión de las actividades económicas, como la producción de alimentos y la construcción de casas para los humanos, sino en la mejora de estas actividades para hacerlas más eficientes.
Para abarcar tanto la realidad de los problemas como la posibilidad de superarlos, básicamente no deberíamos ser ni optimistas ni pesimistas, sino solucionistas. El término "solucionismo", que se suele usar como "solucionismo tecnocrático", se ha utilizado desde la década de 1960 para representar la creencia de que todos los problemas se pueden solucionar con la tecnología. Esto es un error, por lo que el "solucionismo" ha sido un término de burla. Pero si descartamos cualquier supuesto sobre la forma que deben tomar las soluciones, podemos reclamarlo para que signifique simplemente la creencia de que los problemas son reales, pero que se pueden resolver.
Los solucionistas pueden parecer optimistas porque el solucionismo es fundamentalmente positivo. Aboga por avanzar enérgicamente contra los problemas, sin retroceder ni rendirse. Pero está tan lejos del optimismo panglossiano, de "todo es para mejor" como del pesimismo fatalista y apocalíptico. Es una tercera vía que evita tanto la complacencia como el derrotismo, y deberíamos usar ese término con orgullo.
Autor: Jason Crawford MIT Technology Review
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