"Me hice emprendedora porque tenía sentido de la responsabilidad"

Esther Rodríguez Villegas, catedrática del Imperial College y fundadora de Acurable, que ha desarrollado un dispositivo para el diagnóstico automatizado y sencillo de la apnea del sueño, asegura que emprender ha sido su manera de lograr un impacto real. En el podcast 'Constante Futuro' relata cómo dio el salto del mundo de la investigación para que su tecnología llegará al mercado y mejore la vida de los pacientes.

Casi 1.000 millones de personas en el mundo sufren apnea obstructiva del sueño, una enfermedad por la que su respiración se detiene durante segundos mientras duermen. Su diagnóstico es caro y complejo, e implica que los pacientes pasen la noche monitorizados por sensores, en hospitales o en ocasiones en el hogar, intentando tener una noche de sueño natural en unas circunstancias que no lo son en absoluto.

Desarrollar una tecnología para abaratar, automatizar y simplificar este proceso fue la idea que llevó a la científica española Esther Rodríguez Villegas a fundar la start-up Acurable

¿Cómo nació esa inquietud? ¿Cómo influyó en tu carrera posterior?

Nació básicamente de la causalidad. Tenía la inquietud de hacer algo que tuviera una connotación social, y se me metió en la cabeza que quería trabajar en el ámbito de salud. Un compañero me llevó a un pueblo llamado Chalfont, originalmente fundado como una colonia agrícola de enfermos de epilepsia a finales del s. XIX, cuando a los pacientes se los estigmatizaba, se los escondía... Hoy en día, ese pueblo se ha convertido en uno de los centros de excelencia para el diagnóstico.

Allí me encontré un panorama de ciencia ficción: había personas andando cubiertas con cables de la cabeza al abdomen, pacientes monitorizados de forma continua durante semanas para ver si se podía localizar el foco de la epilepsia.

Entonces vi la luz. El problema estaba en la tecnología y me propuse crear dispositivos que permitieran a esas personas estar en sus casas o incluso andar por la calle sin que nadie se diera cuenta de que los llevaban. Al mismo tiempo, serían dispositivos que no necesitaran seguimiento médico, sino que interpretaran las señales cerebrales automáticamente. Era una idea muy inocente en muchos sentidos, ya que la solución no estaba solo en circuitos integrados, pero así empezó todo.

¿Cómo fue la transición hacia tu investigación para mejorar el diagnóstico de enfermedades respiratorias y cardiovasculares?

Vino también de la epilepsia. Un gran problema de esta enfermedad es lo que se llama muerte súbita, que probablemente se podría prevenir. Una gran mayoría de los pacientes que mueren lo hacen porque dejan de respirar, sufren lo que se llama una apnea central. Si alguien se hubiera dado cuenta, al paciente se le podría haber estimulado muy fácilmente y no habría fallecido. Aquello se me quedó grabado y empecé a interesarme por la respiración. No entendía por qué no existía algo que fuera capaz de alertar a las personas que estaban alrededor del paciente (de que sufría la apnea).

Cuando fundé Acurable, tenía un conocimiento muy global del problema, no solamente entendía los detalles. Desde mi punto de vista, uno no se puede lanzar a la piscina simplemente con una idea; hay que conocer cuáles son todos los cuellos de botella para llegar al paciente. Ese conocimiento yo lo tenía, sabía cómo podía juntar las piezas para llegar a tener el producto en el mercado.

Hemos hablado precisamente de cómo diste el salto al emprendimiento. Tras años de investigación, y de ganar un premio de la Fundación XPrize en 2014, que busca lograr avances radicales en beneficio de la humanidad, creaste Acurable en 2016. ¿Cómo viviste ese cambio de rol de investigadora a emprendedora?

Había pasado de ser una diseñadora de circuitos integrados al ámbito de salud simplemente porque quería tener un impacto. Y empecé a darme cuenta de que no lo iba a tener en la universidad, no estaba contenta con publicar artículos de investigación y dejarlos ahí. La fundación XPrize había lanzado esta competición [el XPRIZE Nokia Sensing XCHALLENGE, destinado a promover el desarrollo de tecnologías de detección para mejorar la calidad, precisión y facilidad del seguimiento de la salud], y decidí presentarme para validar las hipótesis. Cuando ganamos, me di cuenta de que no me estaba equivocando y de que tenía una responsabilidad. Empecé a recibir e-mails preguntando cuándo iba a estar (el dispositivo AcuPebble) en el mercado, y consideré que no se podía quedar solo como un proyecto académico.

Pero una de las cosas que había aprendido era cuál era el proceso de transferencia tecnológica, de regulación, y había llegado a la conclusión de que las oficinas de transferencia tecnológica de la universidad no iban a hacerlo bien. Yo podía hacerlo mejor, sabía más que ellos en ese momento, aunque suene arrogante. Aquel proyecto era como mi bebé y no me quedaba otro remedio (que llevarlo a cabo). No me hice emprendedora porque tenga ese espíritu de emprendimiento del que oigo a hablar a otros, sino porque tenía un sentido de la responsabilidad.

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Fuente: technologyreview